
Algunas tardes solemos ir a visitar a una familia kuna que vive en una de las Islas San Blas, para charlar un rato con ellos, ver si necesitan algo, y sobre todo, -siempre nos ocurre-, aprender algo de su forma de vida. A esta hora tardía, es bastante habitual encontrarnos con algún miembro de la familia meciéndose placenteramente en su hamaca, al compás que marca el pelícano pasando en vuelo rasante o el oleaje muriente sobre la arena de la playa.
La hamaca constituye para ellos uno de los pocos elementos esenciales en su vida – que bueno e inteligente poder vivir necesitando pocas cosas materiales para ser felices-.
En las Islas San Blas, siempre que visitas una familia kuna encuentras a algún miembro en su hamaca, como si fuera, bien su improvisada oficina, bien su lugar de reposo, con un ojo atento a la contemplación y el otro expectante a todo lo que acontece en su isla y mar que la rodea. Tal es la importancia de este objeto, que constituirá uno de las pocos bienes que les acompañarán en el momento de su enterramiento, rodeando el cuerpo ya sin vida terrenal, amparando y abrigándoles en el viaje que comienza ahora, hacia las estrellas lejanas en las que creen con fe ciega, asegurando con ello un feliz descanso en el más allá. Sin duda, la sensación de mecerse en una hamaca o en un velero en las Islas San Blas es de las más placenteras y relajantes!
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